Al ritmo actual de permanente aumento de las emisiones de CO2, se cruzaría la barrera requerida para que la temperatura global no se incremente más de 1,5 grados centígrados sobre el nivel preindustrial en una década

La COP-28 (conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático) tendrá lugar a fines de este año en Dubái (Emiratos Árabes Unidos). La COP-1 se había realizado en Berlín en 1995. Cuando los representantes de casi 200 naciones se reúnan este fin de año, el panorama energético y climático mundial será testigo de esta preocupante realidad: las actuales emisiones de CO2 ya son nada menos que un 50% mayores que en 1995. También es preocupante observar que estas emisiones acumuladas alrededor de la Tierra son ahora un 17% mayores. Al ritmo actual de permanente aumento de las emisiones de CO2, se cruzaría la barrera requerida para que la temperatura global no se incremente más de 1,5 grados centígrados sobre el nivel preindustrial, en una década.

La Tierra está sufriendo cambios climáticos que amenazan cada vez más con crecientes tormentas tropicales, inundaciones, sequías, incendios, aumento del nivel del mar y deterioro de la producción de alimentos. Mantener las temperaturas en niveles seguros exige reducir las emisiones de carbono a casi cero de aquí a mediados de siglo, pero iniciando ya sin demoras esta reducción. La transición hacia una economía con bajas emisiones requiere expandir las energías renovables, porque las emisiones de gases de efecto invernadero conducirán a un aumento del calentamiento global en el corto plazo. Las reducciones rápidas y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero conducirían a una desaceleración del calentamiento global. La transición globalmente impulsada hacia un futuro con energías limpias no será una tarea simple, pero no encararla provocará mayores costos, afectando gravemente a las generaciones por venir.

Este año ya se han batido récords de calor en todo el mundo, con consecuencias devastadoras, por ejemplo, en EE.UU., Texas y el sur sufrieron una ola de calor brutal y humedad extrema. Es preocupante observar que las altas temperaturas en México han matado al menos a 112 personas desde marzo. Una ola de calor abrasador en la India mató al menos a 44 personas en todo el estado de Bihar. China también ha experimentado varias olas de calor abrasador y registró la mayor cantidad de días calurosos.

Estamos enfrentando las siguientes amenazas: en muchas regiones del mundo se acelera la tendencia al calentamiento atmosférico, el constante aumento del nivel del mar, las sequías afectan cada vez más la producción de alimentos y energía, los incendios forestales provocan un aumento local de CO2, y año a año vienen retrocediendo la Antártida y Groenlandia. Los fenómenos meteorológicos extremos y los choques climáticos se están agravando en América Latina y el Caribe a medida que se aceleran la tendencia al calentamiento a largo plazo y el aumento de nivel del mar, según se desprende de un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

En los últimos 30 años, las temperaturas han aumentado en América Latina a los niveles más altos de los que se tiene constancia. Así, por ejemplo, la sequía prolongada conllevó un descenso de la producción hidroeléctrica en amplias zonas de América del Sur, lo que provocó un fuerte aumento de la demanda de combustibles fósiles en una región con un gran potencial sin explotar de energías renovables. El calor extremo combinado con la sequedad de los suelos dio lugar a períodos de incendios forestales sin precedentes en pleno verano de 2022, lo que provocó que las emisiones de dióxido de carbono alcanzaran los máximos niveles de los últimos 20 años y, por consiguiente, que las temperaturas fueran aún más altas.

El deshielo de los glaciares ha empeorado, amenazando los ecosistemas y la futura seguridad hídrica de millones de personas. En el verano de 2022 se produjo una pérdida casi total del manto de nieve en los glaciares de los Andes centrales, de modo que capas más sucias y oscuras de los glaciares absorbieron más radiación solar, lo cual a su vez aceleró el deshielo. “Los ciclones tropicales, las precipitaciones intensas y las inundaciones, así como las graves sequías plurianuales, provocaron pérdidas de vidas humanas y daños económicos multimillonarios a lo largo de 2022. El creciente aumento del nivel del mar y calentamiento de los océanos plantean riesgos cada vez mayores para los medios de subsistencia, los ecosistemas y las economías de las zonas litorales”, afirma el secretario general de la OMM, profesor Petteri Taalas.

El nivel del mar siguió subiendo a un ritmo mayor en el Atlántico Sur y el Atlántico Norte subtropical con respecto a la media mundial. El aumento de nivel del mar amenaza a una gran parte de la población de América Latina y el Caribe que vive en zonas costeras, ya que contamina los acuíferos de agua dulce, erosiona las costas, inunda las zonas de baja altitud y aumenta el riesgo de inundaciones costeras. Los ciclones tropicales causaron daños graves en América Central y el Caribe. El huracán Fiona causó daños estimados en 2500 millones de dólares en Puerto Rico, que se vio muy afectado.

La sequía prolongada perjudicó a importantes sectores económicos, como la agricultura, la energía, el transporte y el abastecimiento de agua. La sequía en la cuenca del Paraná-Plata en el sudeste de América del Sur, uno de los principales graneros del mundo, fue la peor desde 1944. El descenso de la producción hidroeléctrica debido al bajo caudal de los ríos obligó a sustituir las fuentes de energía hidroeléctrica por combustibles fósiles, lo que obstaculizó los esfuerzos de transición energética hacia emisiones netas cero. Fue el cuarto año entre los más secos jamás registrados en Chile, que sufre una megasequía desde hace 14 años, lo cual la convierte en la sequía más larga y grave de la región.

En cuanto a olas de calor e incendios forestales, en 2022 América del Sur sufrió olas de calor largas e intensas. Las temperaturas excepcionalmente altas, la baja humedad del aire y la grave sequía dieron lugar a períodos de incendios forestales sin precedentes en muchos países sudamericanos. La Agencia Internacional de Energía nos alerta destacando que, si no se implementan ya distintas políticas energéticas, seguirán aumentando las emisiones contaminantes, y señala que la era de los combustibles fósiles ya debe ser parte del pasado de la humanidad. Debe iniciarse la era histórica de las “energías limpias”, es decir, sin emisiones, entre las cuales encontramos la eólica, solar, hidro y nuclear, y también nuevas formas energéticas como el hidrógeno.

El consenso científico expresa que hay que prepararse para graves problemas climáticos y que es posible que este año 2023 sea un año de calor sin precedentes; las Naciones Unidas nos advierten que la temperatura global se elevará en los próximos años. Estamos frente a una creciente amenaza global sobre la Tierra que exige ser encarada mediante acciones implementadas simultáneamente por todos los países, en el marco de negociaciones internacionales. Esta amenaza ambiental global requiere una solución global con compromisos de todas las naciones, es indispensable que esta solución sea promovida en la COP que tendrá lugar este año en Dubái por las dos naciones que lideran las emisiones contaminantes: China y EE.UU.

Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente