Estamos en la recta final de un larguísimo proceso electoral que desembocará en un cambio de gobierno el próximo 10 de diciembre. El debate entre los candidatos dejó muchos temas importantes sin abordar, entre ellos el energético. El formato del debate no ayuda. Dos minutos es muy poco para desgranar los pormenores de una política compleja. El resultado entonces es el ataque, el contragolpe, la mentira y el slogan.  El público lo sabe y los periodistas también. Por eso se valoran gestos, muecas, cumplimiento de plazos y otras cosas más que propuestas en sí.

La Energía es un campo que no podrán eludir los gobernantes que sean elegidos. La responsabilidad de que haya energía es del gobierno; si no hay energía el país se para. Si el país se para el gobierno se cae. Así de simple.

En Energía, Daniel Scioli se definió a sí mismo con precisión en el debate: viene a hacer lo mismo que De Vido; en síntesis, siguen los subsidios a la energía que es precisamente lo que degenera el funcionamiento del sector y lo que perturba la macroeconomía y la hacienda pública con 15.000 millones de US$ dilapidados por año, que podrían ser utilizados en la política: por ejemplo en mejorar la educación pública, la salud pública, la infraestructura, combatir la pobreza extrema  y otras necesidades insatisfechas.

En Energía, el gobierno saliente deja un sector desquiciado, y de esto no hay dudas. Me interesa agregar a lo que pasó en el debate propiamente dicho un comentario sobre hechos muy trascendentes que ocurrieron en la semana anterior, y que marcarán a fuego el futuro.

Me refiero a realidades concretas que pueden servir para fijar políticas públicas concretas más allá del mero eslogan.

HECHO N° 1: el petróleo cotiza en el mercado internacional 41 US$/barril, y esto constituye una muy buena noticia para el próximo gobierno. Las importaciones energéticas en las que nos introdujo la mala política energética del Gobierno K serán —a volúmenes iguales— el 50% que las de 2013 y un 45% menor que las de 2014.

HECHO N° 2: el precio del gas natural, el producto energético más importante de nuestro balance energético viene cayendo en los últimos años. El próximo gobierno arranca con importaciones crecientes, pero con precios muy inferiores a los que enfrentó el kirchnerismo cuando arrancó con las importaciones masivas de gas en 2008. El gobierno de Cristina Kirchner pagó desde que empezó con las importaciones de gas natural 15 US$/MMBTU, y ahora ese valor está en alrededor de 6,5 US$/MMBTU; otra buena noticia para el sucesor y para nosotros, los consumidores.

HECHO N° 3: la Corte Suprema de Justicia de la Nación dio un fallo ejemplar y oportuno[1] sobre las cláusulas secretas del contrato firmado entre YPF y CHEVRON para la explotación de Vaca Muerta. Este fallo le marca la cancha al Gobierno que se va, y también al que llega. YPF es una empresa del Estado argentino, manejada por el Estado argentino. La idea del gobierno de Cristina y sus funcionarios de que YPF es una empresa privada más se cayó definitivamente. Gran noticia.

HECHO N° 4:   Se conocieron los datos correspondientes al Balance del tercer Trimestre de 2015 de YPF. YPF da ganancias, pero esas ganancias serían mucho menores, si no directamente nulas, si el crudo y los derivados tuvieran precios alineados con los internacionales.

HECHO N° 5: El 30 de noviembre comienza en París la cumbre mundial del clima (COP 21) en la cual los países deben presentar sus propuestas de reducciones voluntarias de gases de efecto invernadero para 2030. Argentina no podrá más jugar al desentendido en este tema. Vienen tiempos de planificación energética estratégica y de incremento de las energías renovables por sobre las energías fósiles.  

Si bien se mira a estos hechos, todos reales y contundentes, fijan el camino por donde va a tener que transcurrir la política energética argentina en los próximos lustros. Solo deben ser leídos en clave estratégica, realista y globalizada para fijar un PROGRAMA DE GOBIERNO para los próximos años. Un programa que necesariamente tiene que incluir los próximos 4 años —período de una gestión gubernamental en nuestra CN—, pero también tiene que contemplar los próximos 25 años.

Lo anterior requiere un acuerdo previo en torno a lo que denominamos una POLÍTICA DE ESTADO PARA LA ENERGÍA; la misma se podría articular sobre los compromisos ya firmados entre quienes compiten el 22 de noviembre y que seguramente asumirán el 10 de diciembre, y no pocos de los que integrarán el parlamento a partir de esa fecha. Como se recordará los principales candidatos firmaron la DECLARACIÓN DE COMPROMISO SOBRE POLÍTICA ENERGÉTICA en 2014. Allí están plasmados los acuerdos, y sobre ellos debe articularse el Programa.

Cerremos la nota: podemos ser razonablemente optimistas sobre el futuro. En pocos días cambia el gobierno, y quien asuma  debe cambiar el paradigma energético vigente.

[1]Ver fallo completo en http://www.csjn.gov.ar/docus/documentos/verdoc.jsp