No puede haber Economía sana sin respeto presupuestario, sin moneda y sin
endeudamiento prudente. La idoneidad para ocupar cargos públicos es una exigencia
inexcusable; y el mérito debería impulsar a los mejores al funcionariado del Estado. La
publicidad de los actos de gobierno es un dogma republicano que debe cumplirse,
porque asegura la transparencia.
Nada de lo mencionado se cumple en el orden nacional y además se insiste
desde hace décadas una y otra vez en imponer en la Economía ideologías y recetas
extremas y contrapuestas que fracasan reiteradamente, y que está reñidas con el “buen
gobierno”. Un caso notable ha sido y es la falla crónica en el tratamiento de la inflación,
erradicada en el mundo y entre otros por nuestros vecinos regionales.
La pobreza, el desempleo, la deserción escolar y la emigración eran temas que
considerábamos ajenos y lejanos años atrás y hoy nos muestran con crudeza su
existencia y crecimiento siendo éstos lo peor de las caras de nuestra decadencia. Hay
que asumir el fracaso para poder superarlo. Dejemos de lado la pandemia como
pretexto -uno más- porque no figura en el origen de los males que comentamos.
El dogmatismo se está imponiendo sobre la razón; y ese no es el camino para solucionar
estos grandes males que aquejan a la República. Nunca podremos edificar un gran país
con progreso económico y justicia social sin una Economía sana.
La solución debe venir de la Política y nuestra Constitución es sabia cuando
establece en su artículo 38 que los Partidos Políticos son instituciones fundamentales
del sistema democrático. Y es importante destacar que la Constitución da el carácter de
“institución fundamental” a los Partidos Políticos; no así a los espacios políticos que
puedan constituirse con finalidades electorales o meramente coyunturales entre dos o
más partidos. La fortaleza de cada “espacio político” estará dada por la fortaleza de los
partidos que la componen y no la inversa.
Es obvio entonces que es la Política la que debe cambiar e intervenir para reconciliarse
con las reglas de la economía, que ha sido el fundamento del desarrollo que admiramos
en otros países.
El IAE MOSCONI desde 1983 realiza estudios y diseños de política focalizados en el
sector de la Energía; pero en su larga experiencia institucional ha comprendido que no
habrá nunca un sector energético sano sin una Economía nacional saneada que le dé
sustento.
Una manifestación concreta de esa falla de la política argentina de estos tiempos se
observa con nitidez en la inoperancia de la dirigencia para evitar la actual “Crisis de los
Subsidios Energéticos” que ha tomado estado público a raíz de las diferencias entre
funcionarios de alto rango dentro del equipo económico del gobierno.
El uso de Subsidios hacia la oferta en lugar del subsidio a la demanda; el subsidio hacia
los ricos que ha denunciado el Ministro de Economía; la utilización de subsidios cruzados
en contra de la legislación vigente, el congelamiento crónico de tarifas, los proyectos
extravagantes de infraestructura y la caída constante de la producción de gas, petróleo
y biocombustibles son los síntomas de esa profunda crisis.
Y es por eso que IAE MOSCONI entiende que son las dirigencias políticas democráticas
y republicanas las que deben lograr, entre los partidos que representan, acuerdos
políticos de largo plazo que resuelvan definitivamente los desequilibrios de la Economía
que perturban el funcionamiento de la Nación generando incertidumbre sectorial, caída
de la actividad, disminución de la inversión y pobreza creciente.
Es evidente que los acuerdos que logren los dirigentes políticos para ser ejecutados
requieren la manifestación previa de una voluntad programática expresa que debe ser
manifestada claramente en las elecciones nacionales.
Es necesario desterrar la práctica común en Argentina durante el siglo XXI que ni
los espacios políticos ni los partidos expliciten sus plataformas programáticas; porque
esto va en contra de la buena práctica democrática y por lógica consecuencia de la
calidad de los gobiernos.
Las próximas elecciones de medio término ofrecen la oportunidad para que esas
ideas sean exhibidas y propuestas a la consideración y respaldo de los votantes. Se
impone una mejor práctica política: “más y mejores programas de gobierno para
superar nuestros problemas crónicos; y menos propaganda política vacía para ganar
la elección”
Las próximas elecciones adquieren una singular importancia porque se votará además
eligiendo implícitamente entre dos concepciones que son opuestas. Una de ellas quiere
imponer su objetivo de concretar un nuevo contrato social, es decir, una nueva
Constitución que impondrá sustituir la democracia representativa por una pseudo
democracia de mayorías que una vez instalada, su líder se reelegirá hasta convertir su
cargo en vitalicio y hereditario y eliminar los tres poderes independientes que se
controlan recíprocamente. La víctima será el Poder Judicial convertido en un servicio
administrativo de justicia, retrocediéndose así a épocas anteriores a Montesquieu.
Quienes defienden en cambio el valor de la Constitución Nacional deberán poner
sus mejores esfuerzos para que sus principios continúen vigentes.
La crisis actual demanda acuerdos amplios entre los dirigentes de los Partidos
Políticos de convicción democrática, representativa y republicana para que ellos
confluyan proponiendo soluciones y reformas razonables y concretas para problemas
añejos, recurriendo a las sanas reglas de la macroeconomía que exige nuestra
apremiante realidad.

Buenos Aires, Mayo 21 de 2021
Dr. Pedro Albitos
Vice Presidente IAE “Gral. Mosconi”