En estos momentos muchas provincias enfrentan serios problemas por la falta de gasoil, y al mismo tiempo crece la erogación de nuestras escasas divisas por las importantes importaciones de GNL, por vía marítima a precios mucho mayores a los del año pasado, debido al conflicto militar derivado de la invasión rusa a Ucrania.
Hace ya dos décadas que comenzamos a transitar un claro y acentuado retroceso energético debido a la fuerte reducción de nuestra producción, tanto de petróleo como de gas, que no ha podido acompañar el aumento de la población y el aumento en el área sembrada en las décadas pasadas, que estimulan el consumo de gasoil.
Entre 2003 y 2021 nuestra población se incrementó en más de 7 millones de habitantes, con un claro impacto en la demanda de combustibles. Al mismo tiempo el área sembrada aumento 10 millones de hectáreas en la última década. El problema es que nuestra producción de gasoil no crece, ya que lo producido en 2021 es menor a lo producido en el 2010. Por eso aumentan las importaciones de combustibles y aparecen graves problemas de abastecimiento. como los que son evidentes ahora, cuando las importaciones de gasoil cubren 1/3 del consumo y el gran aumento de los precios de importación, que no son transferidos a los usuarios, agravan las cuentas fiscales. Hay que tener presente que el aumento de estas importaciones plantea el problema de quien paga la diferencia entre el precio internacional del gasoil que se trae del exterior, y el precio que se aplica internamente.
Lo mismo está ocurriendo con las crecientes llegadas de barcos con GNL, con precios muy superiores a los de año pasado, debido al impacto de la guerra en Ucrania sobre el mercado internacional energético.
Lamentablemente la forma, la discrecionalidad y las limitaciones con la cual se ha venido encarando la política energética durante muchos años no contribuyen a recuperar el autoabastecimiento, que además nos permitiría aportar importantes divisas, gracias al aumento en las exportaciones y la disminución de las importaciones. Las evidencias indican que no crecieron al ritmo requerido las inversiones en exploración y desarrollo. Es preocupante observar que en el año 2000 nuestras reservas de petróleo eran 20 por ciento mayores a las de 2020 (últimas cifras oficiales). Por su parte, las reservas de gas eran casi el doble. Recordemos que reservas significa disponibles desde el punto de vista técnico como económico, criterio más estricto que la cuantificación de recursos naturales.
Desde ya que el principal problema inmediato es el retroceso de nuestra producción de hidrocarburos. Tengamos en cuenta que en 2003 nuestra producción de petróleo era 44 por ciento mayor a la producción del año pasado, y que la de gas en 2003 fue 12 por ciento mayor a la de 2021. Si aumenta la población y disminuye la producción de hidrocarburos no sorprende que emerjan importantes problemas, como los que se están registrando actualmente en muchas provincias, por la pérdida del autoabastecimiento. Esta es una cuestión esencial para nuestra inserción en este competitivo mundo globalizado. En la década pasada comienzan a aumentar las importaciones de combustibles. Esto no debe extrañar ya que entre 2012 y 2020 disminuyeron los pozos exploratorios
Es decir, en lugar de avanzar retrocedemos, principalmente por erróneas decisiones políticas como la venta, estimulada y aprobada por el entonces gobierno en 2008, de la cuarta parte del paquete accionario de YPF a un inversor español-australiano sin ningún antecedente en el área de hidrocarburos. Después de esta extraña venta cayeron las inversiones y la producción de hidrocarburos de nuestra empresa líder, caída que se refleja en el marcado descenso del sector. no solo en la producción sino también en las reservas de hidrocarburos. Lo que ocurrió fue insólito, ya que el inversor español-australiano minimizó artificialmente su aporte genuino, mediante al arbitrio de grandes y aceleradas distribuciones de utilidades en el período 2008-2010. Se trataba de “sacar” altos dividendos de la empresa Repsol sin “poner”, evitando capitalizar utilidades como es común entre las empresas petroleras, que necesitan invertir en exploración y desarrollo de nuevas reservas, de esta manera reducían aceleradamente las reservas comprobadas de hidrocarburos. Las consecuencias están a la vista, en 2003 YPF producía mucho más hidrocarburos que en la actualidad.
Por eso no debe sorprender que nuestro país haya perdido el autoabastecimiento energético y dependamos tanto de importaciones, que este año son muy costosas por la invasión de Rusia a Ucrania. Hemos evolucionado de manera decreciente, ya que desde hace años aumenta el consumo energético , la población y el área sembrada, pero disminuye la producción, agravando así nuestra balanza comercial.
Este año está aumentando la producción de petróleo (12 por ciento), gracias al shale en Neuquén, que se afianza como la primera provincia productora no solo de petróleo sino también de gas. Algo similar está ocurriendo con el gas, ya que se reduce la producción convencional y aumenta la no. convencional también en Neuquén., pero este aumento es aún insuficiente, como lo han puesto en evidencia los graves problemas de abastecimiento en las últimas semanas, año a año Neuquén se afianza como el principal productor de hidrocaburos.
Lamentablemente la forma con la cual se ha venido encarando la política energética no contribuye a recuperar el autoabastecimiento, que además nos permitía aportar importantes divisas con exportaciones energéticas,
La abundancia de nuestros recursos naturales es condición beneficiosa, pero no suficiente. Se requiere además una política clara, creíble y honesta, de la cual hemos carecido durante muchos años en las últimas décadas.
Exsecretario de Energía