La Presidenta de la Nación volvió a inaugurar la Central Atucha II. Anteriormente, en plena campaña para su reelección en 2011, había realizado un acto similar. En ese caso, lo que se celebraba ante un público compuesto por empleados de NASA y de la CNEA, trabajadores de la UOCRA, ministros y secretarios y entusiastas militantes era en realidad que comenzaban las pruebas de los diversos sistemas que componen la central. Pocos días después, el ministro De Vido salió a aclarar que este proceso de prueba no sería un proceso corto. Se trataba de probar algo así como 500 sistemas nucleares y convencionales. El proceso de prueba duró 3 años. Dicho de otro modo: esa  inauguración primera fue un acto político de  campaña.

En junio de 2014 la Central Atucha II comenzó su etapa de operación, primero a potencia muy reducida y luego siguiendo un protocolo de puesta en marcha usual en la centrales nucleares (primera puesta a crítico, conexión a la red, 30% de carga, hasta llegar al 100% de la potencia, todo en un proceso que es supervisado por la Autoridad Regulatoria Nuclear). La central fue inaugurada entonces a mediados de 2014 en un acto público, como corresponde y es costumbre a obras públicas de esta magnitud (centrales eléctricas, gasoductos, caminos, puentes, entre otras).

Sin embargo, ayer la Presidenta de la Nación y su gabinete realizaron  una nueva inauguración de Atucha II en un acto público importante. Me interesa detenerme en este acto para hacer algunos comentarios.

En primer lugar, no fue una inauguración porque la inauguración es un hecho único que ya se produjo. Lo que ocurrió fue un acto político del gobierno que convocó a la familia nuclear, al funcionariado en pleno, a varios gobernadores del Frente para la Victoria y a la militancia. El acto fue además de carácter festivo, ya que luego de los discursos hubo fiesta y baile.

Entramos entonces en la consideración del motivo del festejo, la fecha elegida y el contenido del acto.

1)      El motivo era celebrar que la central había obtenido de la ARN la autorización para operar al 100% de su capacidad, o sea  720 MW.

2)     La fecha elegida, 18 de febrero, fue sorpresiva (no fue conocida con anticipación) y teniendo en cuenta que la autorización de la ARN fue otorgada en los últimos días de enero de 2015, la fecha del 18 de febrero no parece tener un objetivo técnico; la presidenta interrumpió y reinició sus vacaciones en Chapadmalal. Si esto no tiene justificación técnica, todo me lleva a suponer que el objetivo fue político y la fecha elegida tiene que ver con contrarrestar los efectos de la marcha del silencio en homenaje al Fiscal Nisman, que constituyó por su magnitud una manifestación cívica sin precedentes desde la época virreinal hasta el presente.    

 

Figura: potencia generada por Atucha II – Junio 2014 a febrero 2015
potencia atucha ii

Fuente: CAMMESA

Contenido del acto

Hechas las consideraciones sobre el motivo del acto y la fecha elegida, corresponde abordar la cuestión del contenido del acto. El discurso de la Presidenta al ser, como de costumbre,  único, pone de manifiesto una falla política sustancial:

1)      La Presidenta fija la única línea, pero evidencia por un lado que no se sustenta ni en personas (funcionarios especializados en energía o en energía nuclear en este caso) ni en documentos escritos de calidad técnica certificada.

2)     La Presidenta comete gruesos errores técnicos en sus afirmaciones y los funcionarios en una actitud que los degrada hasta el extremo la aplauden.

3)     Los aplausos de los funcionarios, podrían no obstante ser tomados como actitudes de respetuosa cortesía y respeto. Sin embargo, como los errores conceptuales se repiten, son un indicio de que no hay en el elenco gubernamental con capacidad técnica para advertirlos y corregirlos.

4)     La Presidenta no es consciente de su limitación temporal en el cargo (le quedan  apenas 20 semanas útiles) antes de que comience la carrera electoral, y las encuestas en general no muestran que el FPV vaya a continuar su gestión de gobierno.

5)     La Presidenta parece no comprender todavía que un plan de infraestructura importante, como es que corresponde al sector energético, y dentro de él a la actividad nuclear en su conjunto, debería articularse en el marco de acuerdos políticos y sociales que hoy no existen. Estos acuerdos deben incluir a la Política, a la sociedad civil, al sector empresarial, al sistema científico y tecnológico, etc.

6)     La Presidenta volvió a introducir el tema de los Convenios con China, que insólitamente incluyeron la posible compra de dos centrales nucleares (una de Uranio natural y otra de Uranio enriquecido), sin que el tema se haya discutido previamente en Argentina y sin que se conocieran los Estudios de Factibilidad de ambos emprendimientos.

Los gruesos errores de la presidenta

Ayer la Presidenta de la Nación atribuyó erróneamente al General Perón el haber lanzado la central de Atucha I, cuando en realidad cortó las cintas de inauguración siendo Presidente de la Nación  en marzo de 1974; omitió decir que la central fue iniciada en 1968 y que fue una obra realizada en las “gestiones de facto” de los generales Onganía, Levingston y Lanusse, que precedieron al general Perón1, quien asumió el gobierno en septiembre de 1973, cuando las obras ya concluían.

El segundo error grueso de la Presidenta consiste en haber validado sin beneficio de inventario todas las decisiones de la Dictadura y haber asumido el Plan Nuclear del Proceso  como propio,  poniéndose ella misma como continuadora del mismo.

«Fue necesaria la llegada de la Democracia y la personalísima participación del Presidente Raúl Alfonsín para darle al plan nuclear militar un reenfoque civil que incluyó, sacar a la CNEA de la conducción militar, poner a la institución bajo conducción civil, la decisión de continuación de Atucha II, pero con un cronograma replanteado, y al mismo tiempo blanquear con Brasil las obras de Pilcaniyeu para el enriquecimiento de Uranio que el Gobierno militar llevaba adelante, en el más absoluto secreto, en Neuquén».

Las decisiones de construir la central nuclear de Atucha II, la Planta Industrial de Producción de Agua Pesada y otros proyectos de reprocesamiento de combustibles irradiados y enriquecimiento de uranio fueron tomadas en el más absoluto secreto por el régimen militar del General Videla en 1979. El plan militar es altamente discutible y  demostró ser inviable para un país como Argentina; claramente demostró, con el correr de los años, ser inviable para las finanzas públicas nacionales.

Fue necesaria la llegada de la Democracia y la personalísima participación del Presidente Raúl Alfonsín para darle al plan nuclear militar un reenfoque civil que incluyó, sacar a la CNEA de la conducción militar, poner a la institución bajo conducción civil2, la decisión de continuación de Atucha II, pero con un cronograma replanteado, y al mismo tiempo blanquear con Brasil las obras de Pilcaniyeu para el enriquecimiento de Uranio que el Gobierno militar llevaba adelante, en el más absoluto secreto, en Neuquén.

Finalmente, no es cierta la afirmación de la Presidenta al decir que Atucha II fue construida 100% por argentinos3. Es muy difícil que la participación de la Industria nacional haya superado en Atucha II el 50% del total.

Es necesario replantear el sector nuclear argentino

Estamos ante un gobierno que termina, en términos prácticos en semanas. El país debe diseñar una Estrategia Energética para los próximos 30 años. Dentro de ella, el sector nuclear jugará un rol. Ese rol debe ser cuantificado y decidido en forma no arbitraria y no caprichosa. Se debe analizar toda la cadena de valor nuclear, sus fortalezas y sus debilidades para decidir.

La sociedad civil debe estar informada y deberá poder opinar  y decidir.

La solución ahora es operar bien Atucha II, y auditar ex post los gastos incurridos en la terminación, sobre todo los realizados en el período 2007-2015. Será una forma interesante de terminar con las cuentas en claro.

Los acuerdos con China para la construcción de la Centrales 4 y 5  no deben ser firmados hasta tanto no tanto no puedan justificarse enteramente con la técnica usual en la evaluación técnica, económica, financiera y ambiental que la envergadura de estas inversiones requiere.

La experiencia prueba que no hay peores decisiones que las de un gobierno apurado y cerrado a la crítica.



[1] Las obras de la CN de Atucha I comenzaron en 1968,  se hicieron bajo la ejemplar conducción del Presidente de la CNEA (1955-1972) Almirante Oscar Quhillalt. Los estudios de Factibilidad de las Obras se realizaron tanto para Atucha como para lo que fue después la CN de Embalse en el Gobierno del Presidente Arturo Illia.

[2] El primer presidente civil de CNEA desde 1950 fue a partir del 10 de diciembre de 1983 el Ing. Alberto Costantini

[3] Discurso en Cadena Nacional del 18 de febrero en Atucha II