El IAE Gral. Mosconi publicó el Anuario de los Hidrocarburos 2022[1]. La información es de fuentes oficiales y cubre el período 2012-2022. El análisis de la información compilada permite interpretar en forma objetiva las tendencias de largo plazo del sector.

Año atípico, 2022 transcurrió durante la guerra entre Rusia y Ucrania; que alteró los grandes flujos de hidrocarburos desde Rusia hacia Europa redefiniendo cantidades y precios Ello tuvo impacto en la economía mundial.

Argentina sufrió un impacto económico negativo: los hidrocarburos tuvieron fuertes subas de precios; y nuestro país – un importador neto- incrementó su déficit comercial energético, que alcanzó a 4470 millones de US$ multiplicando por 8 el déficit de 2021.

El Anuario muestra que entre 2012-2022 el país acentuó su dependencia en vez de disminuirla: en ese periodo nuestras exportaciones energéticas crecieron un en valor 21%; mientras que nuestras importaciones se incrementaron un 41 %

Transición Energética; sin Planificación y con malas decisiones Estatales  

El objetivo de la estrategia energética mundial es la neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero hacia mediados de siglo con la finalidad de mantener el cambio climático acotado a un incremento de 1,5° C. Esto provocará en el mediano y largo plazo una fuerte redefinición a la baja de las demandas de petróleo, gas y carbón y su substitución por energías “limpias”. El auto eléctrico y otras tecnologías de transporte; y la electrificación de la Energía reducirán en forma significativa la participación de estos en el futuro.

Nuestro país no posee todavía ningún Plan Energético de Largo Plazo. Tampoco los inversores privados cuentan con planes de obras realistas, factibles y bien estudiados. Y en muchos casos se verifica que el Estado débil encara proyectos inmaduros impulsados por el sector privado que por diversas razones evita o prefiere no asumir riesgos.

Producción de Petróleo y Gas 2012-2022 en crecimiento lento

Entre 2012-2022 la producción total de petróleo de la Argentina ha crecido tan solo el 6,1 %; un valor insignificante si se lo compara con el crecimiento de la demanda de los derivados del petróleo:  la de gasoil creció 9,5 % y la de naftas el 32,2 % en el mismo periodo.  

El país está en un estancamiento productivo crónico en petróleo que nunca ha sido transparentado. Comparando con 2012 la Cuenca del Golfo de San Jorge (Chubut y Norte de Santa Cruz) produce un 22,4 % menos; la Austral un 51,5 % menos; la cuenca cuyana un 40,1 % menos; y la cuenca del Noroeste (Salta y Jujuy) disminuye un 50,6 % Un fenómeno idéntico e inexplicable se produce en gas natural.

El ANUARIO pone de relieve que todas las cuencas convencionales están en declinación. Solo la cuenca neuquina está en expansión y la causa es el sostenido crecimiento de los yacimientos de Vaca Muerta.  

Neuquén: nueva capital de los Hidrocarburos    

Como contrapartida de la caída productiva comentada -disimulada tanto por el gobierno nacional como por los gobiernos provinciales-; la cuenca neuquina ha crecido con respecto a 2012 un 54,3 % debido al impulso de la producción no convencional.  

Los yacimientos de Vaca Muerta de petróleo y de gas natural se encuentran en expansión. Y es un dato relevante que al mismo tiempo se hayan ampliado en el Inventario de 2021 las reservas certificadas en ese yacimiento.

De mantenerse esta tendencia se podría viabilizar la firma de contratos de abastecimiento a largo plazo de precio competitivo tanto para el mercado interno como también para la exportación.

Una década particular:  el crecimiento y también la caída productiva.

En 2012 la producción de petróleo era 31,9 millones de m3, y procedía de yacimientos convencionales.

En 2022 el petróleo convencional cubre sólo el 58 % del total; la producción declinó un 37% en el periodo. En 11 años nuestros yacimientos convencionales dejaron de producir de 72 millones de m3 al no haber podido mantener la producción de 2012

La producción de crudo no convencional, en cambio, creció en ese lapso un 856 % y aporta el 42 % de la producción de crudo. La producción total después de sumas y restas es apenas un 6 % mayor que la de 2012  

Lo mismo ocurre en gas natural donde se verifica un crónico retroceso de la producción de gas convencional; y un aumento de la producción shale de los yacimientos de Vaca Muerta.

Ese fenómeno de crecimiento y caída simultanea da un resultado productivo neutro propio una de década perdida:  entre 2012 y 2022 con un exiguo crecimiento del 0,6 % anual el nuestro es un país de oferta débil tanto para la región como para el mundo.

Reservas y Recursos: buena noticia en el último año y mala en la década

Es auspicioso que el último inventario de reservas y recursos del año 2021 de la Secretaria de Energía haya verificado un gran aumento en comparación con el estancamiento crónico en el presente siglo. La Cuenca Neuquina ha tenido un incremento del +161 %; pero debería verificarse si ese incremento continúa o no en el inventario correspondiente al año 2022.

Es muy preocupante que las reservas comprobadas hayan caído en todas las cuencas convencionales en la última década: Cuenca del Noreste: -51,3 %; Cuyana: -72,9 %; Golfo de San Jorge: -18,7%; y Austral: -29,2 %. Y lo más preocupante es que esto se oculte.

Lo mismo ocurre con las Reservas de Gas natural:  caída crónica en las reservas en todas las cuencas convencionales y un aumento significativo en el último año en las cuencas no convencionales.

Inversiones: caída crónica en todas las cuencas con excepción de Vaca Muerta

El anuario constata una gran caída de la actividad petrolera a nivel nacional: a) 70 % de disminución entre 2012 y 2022 en la perforación de nuevos pozos de exploración en áreas continentales y marinas; y b) La cantidad de pozos perforados de producción ha disminuido desde 950 pozos por año en 2012; hasta los 634 pozos en 2022 (33% de caída en 11 años).

Proyectos fracasados en 2012-2022

Los Gobiernos de este siglo han carecido de una política de hidrocarburos coherente. Esta carencia facilita que la “Argentina Corporativa” genere presiones para la toma decisiones públicas de inversiones -muchas veces inviables- por falta de estudios básicos.  Eso genera desorden, tráfico de influencias y obras mal decididas y más compradas. Muchas veces el propio Estado es el que termina ejecutando y financiado las obras con resultado casi siempre pésimo.

El paradigma de las Obras Publicas mal ejecutadas relacionadas con los hidrocarburos es el Gasoducto de Noreste Argentino (GNEA) iniciado en 2013 y todavía no finalizado, lo mismo podría decirse del fracasado proyecto de la construcción del tren a Vaca Muerta y el fracaso rotundo del contrato de compra de gas a Bolivia firmado con Bolivia en 2006 que Bolivia no cumple -con la pasividad argentina-por citar solo algunos ejemplos.

Resumen: los datos oficiales del Anuario no son alentadores. Es necesaria una política de largo plazo para cambiar las tendencias negativas descriptas; y para aumentar la productividad de la industria que es muy baja. Esa política competitiva no existe en 2023; y eso nos impide tener un crecimiento de producción sostenible en el contexto mundial de la Transición energética. No es bueno que el país se maneje con verdades a medias.