1.- INTRODUCCIÓN

El inicio del nuevo período presidencial el próximo 10 de diciembre encuentra al sector energético argentino en una situación francamente complicada: declinación de larga duración de la producción doméstica de hidrocarburos (desde 2004 en gas natural, y desde 1998 en petróleo); acentuación de la característica de nuestra matriz energética de alta dependencia de los hidrocarburos y particularmente del gas natural; incremento constante de la demanda de ambos productos; disminución de las reservas comprobadas principalmente de gas natural con ausencia de descubrimientos de nuevos yacimientos; disminución de la inversión exploratoria en la presente década a niveles inferiores a la mitad de que la que hacía con mucho mejores resultados la YPF estatal en los años 80.

Como consecuencia de lo anterior, Argentina perdió en 2010 el autoabastecimiento energético, con balance comercial externo superavitario que exhibía desde 1989. El saldo de balanza comercial energética es en 2011 negativo, fuertemente creciente e irreversible en el corto y mediano plazo. Las importaciones energéticas crecientes serán en los próximos años un fenómeno con el cual habrá que convivir. Ello viene acompañado de un fuerte crecimiento desde la crisis de 2001 de los subsidios energéticos, en nuestra opinión insostenible para las cuentas públicas; y también del atraso en la inversión privada en el sector que es imprescindible para ampliar la oferta.

De todos estos males que nuestro Instituto ha puntualizado en estos años en innumerables documentos que están disponibles en nuestra página web y en nuestra revista Proyecto Energético, sólo el tema de los subsidios insostenibles e injustos está siendo admitido por el Gobierno. Así lo han manifestado en las conferencias de prensa conjuntas los ministros de Economía, y de Planificación e Infraestructura el 6 y el 16 de noviembre pp.

Sobre el contenido de los anuncios cabe por nuestra parte hacer una reflexión y una advertencia en procura de que el proceso de ajuste que viene en el sector energético de ahora en más sea coherente en sí mismo; ajustado a la legislación y a la normativa vigente y correctamente explicado y comprendido por la población.

Esto último es fundamental, porque sin duda la ciudadanía deberá hacer importantes sacrificios para adecuarse a la nueva situación.


2.- LOS SUBSIDIOS ENERGÉTICOS EN LA FORMA ACTUAL SON INSOTENIBLES E INJUSTIFICADOS.

Los subsidios energéticos, que también incluyen los subsidios que recibe el sector transporte y que tienen base energética, constituyen una seria distorsión económica que ha terminado por crear la ilusión política de que es posible consumir cantidades crecientes de energía sin pagar el costo económico de la producción de esa energía. Este es un hecho nuevo que tiene su origen en el congelamiento tarifario de las tarifas públicas desde la salida de la convertibilidad según lo dispuesto por la ley de Emergencia Económica sancionada por unanimidad por el Parlamento el 6 de enero de 2002 en medio de los graves y traumáticos episodios económicos y sociales que sucedieron a la salida de la convertibilidad. Si la sanción de la ley de Emergencia Económica fue un hecho histórico positivo; no lo fue en cambio el mantenimiento de la misma hasta el presente sobre todo después del largo período de crecimiento económico de la economía argentina y de la revaluación cambiaria que se operó de hecho en este período.

El congelamiento tarifario estuvo acompañado – como era natural que ocurriera – de una depresión de la inversión privada para ampliar la oferta energética. Esta circunstancia obligó al Estado nacional a invertir en forma directa en morigerar la baja de la inversión: el estado a través de agencias específicas invirtió en proyectos de dudosa eficiencia, al margen de la planificación estratégica; lo hizo con apuro y el apuro generó mayores costos de obra. El Estado a través de Enarsa – una empresa sin capital ni giro de negocios propio – invirtió en hacer centrales eléctricas, gasoductos, financiar la compra de gas natural importado; líneas de transmisión; etc.

Una tercera causal del subsidio fue compensar los mayores costos de los productos energéticos que fue necesario importar para afrontar el crecimiento de la demanda interna en un contexto en que la producción interna de gas natural; de petróleo y derivados disminuía. Posiblemente un error de apreciación respecto a los males reales que afrontaba el sector energético argentino les haya creado a los funcionarios gubernamentales la idea de que el fenómeno importador era un fenómeno coyuntural – y por lo tanto pasajero- en lugar de ser lo que realmente es un fenómeno estructural y duradero.

En resumen cuatro factores son los que alimentan los subsidios: congelamiento tarifario; retracción de la inversión privada; crecimiento desordenado y no planificado de la inversión pública, y necesidad de compensar los precios de importación sin trasladar los mayores costos a la población.

3.- POR QUÉ LOS SUBSIDIOS ENERGÉTICOS SON INSOSTENIBLES

Son insostenibles porque crecen a velocidades superiores al crecimiento de los ingresos presupuestarios cuyo crecimiento sigue aproximadamente a la inflación real. En este contexto los subsidios ocupan una parte cada vez mayor del gasto total y superando a los subsidios sociales que son imprescindibles en un país con tatas necesidades básicas insatisfechas en materia de pobreza extrema; vivienda; salud pública; educación; protección a la tercera edad, jubilaciones misérrimas; incumplimiento de sentencias judiciales de actualización de montos jubilatorios; etc.

Son insostenibles también porque cada vez compramos una porción mayor de nuestra energía en el mercado internacional; cuando lo hacemos pagamos el precio de mercado internacional más los fletes y los seguros. Y allí no hay posibilidad de evitar ese pago. El resultado es muy simple: o el precio lo paga el consumidor ó lo paga el estado tratando de que el consumidor no se percate de la falla implícita.

Es interesante como una vez que el problema se transparenta, por ejemplo en las Conferencias de Prensa conjuntas de los ministros, empezamos todos a preguntarnos ¿qué necesidad política real había en estos años de subsidiar a Barrio Parque o a Puerto Madero donde viven sólo los ricos?; ¿Qué lógica estaba atrás de semejantes decisiones? ¿Cuántas escuelas y viviendas se podrían haber construido si no se hubiera sido tan ilógico con el diseño tarifario?

4.- LOS SUBSIDIOS, ¿DEBEN SER TODOS ELIMINABLES?

No, deben ser eliminados sólo los socialmente innecesarios. Algo muy importante es que en esto existe acuerdo político.

Es bien sabido que existen en todas las sociedades –aún las más desarrolladas- grupos de la población vulnerables: los pobres, la pobres extremos, los grupos de edad avanzada con coberturas previsionales deficientes; los trabajadores cuentapropistas en negro; los que viven en ubicaciones alejadas o de difícil acceso; las minorías no integradas; etc. Estos grupos deben necesariamente ser apoyados total o parcialmente para permitir el acceso al consumo energético, en el entendimiento de que quien no accede al consumo energético en condiciones razonables de calidad, cantidad y costo es un excluido social.

El imperativo es entonces Subsidiar a quien lo necesita y sólo en la medida justa de su necesidad; todo subsidio por encima del necesario es una dilapidación de fondos; y dilapidar fondos públicos en una sociedad con grandes necesidades básicas insatisfechas como es la nuestra, es un crimen.

5.-LOS ANUNCIOS GUBERNAMENTALES REALIZADOS HASTA AHORA

Los anuncios realizados hasta ahora son sólo parciales y no están acompañados de una explicación racional del fenómeno; de sus causas; y menos aún de la estrategia elegida para resolver el problema. En cierto sentido es natural que la administración que creó el problema sea un tanto ambigua al explicar sus propios yerros. La autocrítica rara vez se convierte en un auto flagelo y de alguna manera nadie está obligado a declarar contra sí mismo; sobre todo si esa declaración se hace el la Televisión para que llegue a todos sin excepción

En el mejor de los casos los anuncios son sólo parciales y evidencian que, por lo menos en esto de las Conferencia de Prensa, los ministros encargados de los anuncios van por partes; se habla de que se reducirán subsidios por 4000 millones de $ en un contexto de Subsidios de 80.000 millones de pesos por año con tendencia creciente; se habla de que no incrementarán las tarifas pero no se dice que gasto energético se verá multiplicado para todos los usuarios.

También se pone en cabeza del usuario la obligación de decir si cree tener derecho al subsidio o no en un sistema de control que tiene mucho de policial; al estilo “Gran Hermano vigila”; etc.

6.- HAY MUCHAS FORMAS POSIBLES DE ELIMINAR LOS SUBSIDIOS

Hemos dicho que los subsidios socialmente innecesarios deben ser eliminados; la pregunta que cabe es si hay una sola forma de hacerlo; y en el caso de que haya varias formas posibles ¿cómo hacerlo?

La respuesta es que hay varias formas posibles de hacerlo; algunas constituyen soluciones poco prácticas. Veamos un simple de un ejemplo de una solución bien fácil de implementar pero ilógica: supongamos que decidimos mantener el subsidio al 90 % de la población y al resto – por ejemplo a los que viven en Puerto Madero, en Barrio Parque y lugares por el estilo- les aumentamos el 1000% la factura energética bajo la hipótesis que lo podrán pagar porque son ricos.

Este tipo de soluciones, a la cual la administración que finaliza su mandato el 10 de diciembre ha demostrado ser afecta cuando intentó en 2008 incrementar los cargos tarifarios para el gas natural para reducir subsidios es lisa y llanamente injusta porque no se ajusta al derecho que en este caso debe enmarcarse en la legislación y la normativa vigente. En resumen una solución como la planteada sería una solución fácil, de fácil comprensión y, diría, administrativamente fácil de aplicar. Pero sería una solución al margen de la racionalidad y la ley vigente.

Bien la solución que se elija debe estar dentro de la ley; la ley es la vigente o la que la sustituya y además debe ser una ley justa que pueda resistir una apelación particular. La experiencia de 2008 de intento de reducir subsidios al gas natural y electricidad segmentando consumos y castigando indiscriminadamente a los consumidores de mayor consumo anual demostró ser altamente controversial; débil jurídicamente; y políticamente dañina para quién la lleva adelante.

7.- ¿DEBERÍA LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LOS SUBSIDIOS SER RÁPIDA, O GRADUAL?

Resolver este tema de los subsidios, y atrasos de precios relativos de tal magnitud exige gradualidad. Una solución no gradual o mal explicada podría hacer aparecer entre nosotros algo así como los Indignados por Razones Energéticas (IRE). Una categoría de indignados hasta ahora no conocido en el mundo. Quizás valga recordar la experiencia de ajuste tarifario del ministro Celestino Rodrigo y su incremento brusco del precio de la nafta en 1975 que terminó con su salida antes de tiempo.

 

8.-CONCLUSIÓN

Es bueno que se admita y se encare la solución definitiva del gravísimo problema de los Subsidios energéticos innecesarios; sería importante que la resolución de este importantísimo lo aborden el Ministro de Economía entrante y el nuevo responsable del área energética. Es un tema para el 11 de Diciembre y no para ahora. Son pocos días de diferencia pero la importancia del tema amerita esperar. Cabría por supuesto la ratificación de los actuales funcionarios si la Sra. de Kirchner así lo decidiera, pero lo importante es que quien debería poner en marcha la nueva política, que es diametralmente opuesta a la actual, debería ser no el ministro que se va si no el que comienza.

La solución a implementar debería ser gradual; y ajustada a la ley vigente; lo que no excluye cambiar la ley actual si se juzgara que la misma es total o parcialmente inconveniente; la solución deber ser bien explicada, transparente y congruente con otras políticas. La solución finalmente debe ser eficaz para recuperar el ritmo del crecimiento de la oferta energética y para superar lo0s fuertes desequilibrios con que la Sra. de Kirchner inaugura su segundo mandato.

Finalmente y no menor es el tema de Ciudadano/consumidor; el que no tiene demasiadas formas institucionales de expresión que no sea el voto emitido en elecciones libres y sin proscripciones. Este no debería cargar con los costos de ineficiencia estatal; reducir los subsidios no significa que el estado se saque el problema de encima transfiriendo costos innecesarios a la ciudadanía. El consumidor sólo debe afrontar con su pago los costos eficientes de la generación energética. Esto implica reducir costos ineficientes de la administración pública, que pueden servir en algún momento para alimentar la burbuja del consumo pero que descubierta son insostenibilidad no pueden ser transferidos al consumidor

18 de noviembre de 2011