Publicado originalmente en 7 Miradas.

Lunes 3 de agosto de 2015: el crudo WTI cotiza a 46,1 US$/barril. El valor hace exactamente un año era de 98 US$/barril. Pasaron varias cosas en el medio: 1) la baja, inesperada, no se recuperó en el año; 2) la OPEP —el cartel que reúne a los 13 países productores que manejan el 80% de las reservas mundiales—, liderada por Arabia Saudita, esta vez decidió no hacer recortes de producción para mantener los precios; 3) Irán firmó un acuerdo sobre sus actividades nucleares que mejorará su situación política y económica, lo que le permitirá aumentar su oferta petrolera, y probablemente acentúe la caída de los precios. La conclusión es que la baja vino para quedarse.

Los impactos de la caída en la economía mundial son diversos; citamos algunos: a) las empresas petroleras valen menos que hace un año; en promedio un 20% según su valor de mercado (aunque no todas caen igual, todas disminuyen su valor accionario); b) la actividad petrolera mundial —perforaciones e inversión en nuevos proyectos— disminuye; una muestra de lo cual es la caída de la cotización de nuestra multinacional Tenaris en los mercados accionarios mundiales en un 27% en el mismo lapso; c) en general los consumidores de derivados del petróleo —los automovilistas, los transportes, la industria y el agro— se han beneficiado por la caída de los precios (v.g. en Estados Unidos las naftas han caído un 25% respecto a los precios de un año atrás. y el gas oil un 31%). Podríamos enunciar una regla simple a nivel global: un mal año para las petroleras y para sus proveedores, y un buen año para los consumidores.

Cómo reaccionó la región

En América Latina, de un conjunto de países seleccionados, observamos que México, Brasil, Chile y Perú bajaron los precios internos de la nafta y el gasoil, mientras que Argentina los incrementó en el mismo lapso, situándose por encima de aquellos[1].

Esto implica que nuestros países vecinos en lo relativo a la economía petrolera han seguido un patrón mundial, es decir que ante la baja de los precios internacionales del crudo (materia prima) han bajado los precios de los combustibles que se fabrican con esa materia prima. Eso es consecuencia no de una voluntad política, sino más bien de las reglas de la competencia que llevan los precios a la baja.

Sin embargo, y esto es muy notorio, Argentina quedó a contramano de la movida mundial de la disminución de los precios. Los consumidores argentinos[2] quedaron atrapados por las decisiones del gobierno de Cristina Kirchner que en el mejor de los caso restaron competitividad frente al mercado mundial.

Focalizando la mirada en Argentina

Argentina no siente el trauma de la caída del precio del crudo; se mantiene la actividad petrolera a paso redoblado bajo el liderazgo de la mixta YPF, los petroleros argentinos no sufren los avatares de los petroleros del mundo. Este año por ejemplo se perforarán 1.400 pozos, un valor similar al de los años 2013 y 2014, cuando los precios eran muy superiores.

Es sabido que Argentina opera con grandes sobrecostos en los servicios petroleros, y esto incluye tanto a los servicios prestados a los yacimientos convencionales como —por lógica— a los yacimientos no convencionales, que todavía se encuentran en una etapa de aprendizaje.

Inversamente, los consumidores argentinos pagan la nafta y el gasoil más caro de la región, y posiblemente del mundo. La nafta y el gasoil en Argentina valen más que en el resto del mundo, y entonces esto perjudica al transporte de mercaderías; a las economías regionales; a la industria que convive con un peso excesivamente revaluado; etc.

Extraña paradoja para un Gobierno que se va, que duró 12 años, que durante ese lapso se jactó por boca de su ministro responsable de tener la energía más barata de la región como factor de competitividad, y que termina con la nafta y el gasoil más caros del mundo.

Extraña paradoja la del mismo Gobierno que se dice progresista, pero que termina metiéndole la mano en el bolsillo de los consumidores para llenar las arcas de las petroleras, transfiriendo a éstas dinero de los consumidores a cambio de nada.

Extraña paradoja también la de un Gobierno que estatiza YPF, maneja todos los resortes, y sin embargo la producción petrolera continúa en descenso.

Finalmente, es extraña la paradoja del final de ciclo: los tamberos tiran leche a las acequias y las economías regionales crujen por doquier, mientras las petroleras subsidiadas por los consumidores y los funcionarios gubernamentales bailan en la cubierta del Titanic ya muy cerca del final.

 

[1] Montamat y Asociados: Informe de Precios- Agosto 2015

[2]Los consumidores argentinos incluyen los automovilistas, la industria, las economías regionales, el transporte de mercaderías, entre otros.