«El corazón del problema está en la determinación del precio del gas en la Argentina, porque el gas natural es más de la mitad de la energía que el país consume en todas sus formas», aseguró a Télam el economista e investigador del Conicet Alejandro Einstoss.

El economista Alejandro Einstoss, miembro del Instituto Argentino de la Energía (IAE), planteó a Télam que las políticas energéticas y la fijación de tarifas de los últimos 20 años enfrentaron una «falla de fondo»: la determinación de precios sin una «gestión de costos» previa, que permitiría saber cuánto sale generar la energía y, en consecuencia, cuál sería el precio justo a pagar por el usuario y la magnitud de los subsidios.

Este es uno de los ejes que Einstoss, también investigador de proyectos de la UBA-Conicet, desarrolló en el libro «Precios, tarifas y subsidios a la energía. El problema de la regulación energética 2003-2019», de reciente publicación por editorial Eudeba, tal como explica en una entrevista con esta agencia, de la cual los siguientes son los tramos principales.

-Eintoss, ¿por qué considera en el libro que los mecanismos para determinar los precios de la energía en la Argentina fueron un problema recurrente de los últimos 20 años?

-La privatización de los servicios en los ’90 determinó una nueva forma de fijar precios y tarifas hasta la actualidad. Un sistema que funcionó hasta la crisis de 2001 y 2002, cuando se rompen los contratos vigentes. Se debería haber realizado una revisión tarifaria y una renegociación de los contratos en 2004 con finalización en 2006, que nunca se llegó a concretar.

En 2002, abandonamos el modelo de gestión privada de la energía, de fijación de precios, y pasamos a una emergencia perpetua donde, salvo lapsos entre 2017 y 2019, fue un entorno de tarifas congeladas y ruptura contractual. La revisión entre 2016 y 2017 renegoció los contratos de prestación con las empresas de servicios públicos, con un proceso de actualización tarifaria muy discutido. A partir de 2017 se comenzó con un gradualismo que tenía una falla de fondo, que era que se determinaba el precio sin haber realizado una gestión de costos, cuánto sale generar la energía, y se fijó un precio cuasi arbitrario que le puso presión excesiva al aumento de las tarifas. Un problema que arrastró la gestión de (Mauricio) Macri durante sus cuatro años de gestión, que cambió el humor social y hoy el Gobierno de Alberto Fernández enfrenta la misma piedra: la determinación de los precios de la energía y las tarifas que reciben los usuarios.

-Si es un problema que enfrentaron gobiernos tan disímiles ¿Cómo se sale de esa situación?

-En este tema de la fijación de los precios de la energía hay una línea que atraviesa los gobiernos de Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. El corazón del problema está en la determinación del precio del gas en la Argentina, porque el gas natural es más de la mitad de la energía que el país consume en todas sus formas y el 60% de la energía eléctrica que consumimos se genera quemando gas. Entonces, el precio del gas se transforma en un insumo crucial, no es el único problema de la economía energética, pero si se le encuentra una solución al punto se tiene gran parte del problema resuelto.

-En las últimas semanas se puso en marcha el Plan Gas.Ar ¿Cómo analiza ese proceso que no llegó a formar parte del libro?

-Es el quinto programa de subsidios al gas natural en los últimos 8 años y en esta licitación se aplicó un precio de referencia igual a US$ 3,70 el millón de BTU. La pregunta que deberíamos hacernos es de dónde surgió ese precio de referencia. Ese problema lo arrastró Macri cuando su ministro, (Juan José) Aranguren, puso el famoso sendero del precio del gas que iba de US$ 7,5 a US$6 y es el mismo problema de (el ex ministro de Economía Axel) Kicillof, que puso en su momento un precio de referencia de US$ 7. ¿De dónde salen esos precios de referencia? Porque si se fijan demasiado altos le ponen una presión excesiva a la mitad de la factura de gas y electricidad. Analizar la estructura de costos de la industria permite que el Estado pueda aplicar un precio de referencia con respaldo técnico, porque al final va a cubrir con fondos públicos esa diferencia con lo que se paga en la factura, que debe ser justa y razonable.

-Otro tema vinculado al precio es la fijación de subsidios. ¿Es posible pensar un desarrollo de la industria sin tener que recurrir a ellos?

-La economía de la energía en la Argentina es parte de la macroeconomía y tiene una relación muy directa y bidireccional. Hay cuestiones de base que necesita el sector que la afectan más que a otras ramas de la industria y ese punto central es el costo de capital. Necesita mucha inversión y requiere acceder a capital financiero a bajo costo, y eso hace inviable la realización de proyectos no convencionales competitivos a nivel internacional.

En condiciones de normalidad y competencia el sistema debería funcionar sin subsidios, y los usuarios deberían pagar el costo de la energía que consumen. La realidad es que estamos viviendo en una coyuntura muy complicada, con altos niveles de pobreza y desempleo, que hace difícil la actualización de los precios. Ahora, hay que ayudar a esa rama de la industria porque lo que cobra a la sociedad no alcanza para cubrir los costos, pero resulta inexplicable que la Argentina le entregue subsidios de manera indeterminada a un sector que tiene un problema para producir gas.

La industria energética es central para la Argentina, columna vertebral de cualquier aparato productivo, su sostenimiento es imprescindible, pero si es necesario sostenerla debería ser en base a un análisis de costos en pie de igualdad con el resto de las ramas de la industria.