Por Alejandro Einstoss

 Los recientes cambios en la conducción de la compañía y las dificultades para refinanciar su deuda pusieron bajo la luz de la opinión publica la delicada situación productiva, económico y financiera que atraviesa la principal petrolera argentina.

Pero los problemas de YPF trascienden la coyuntura de la pandemia/cuarentena, que sin dudas, agravaron una tendencia estructural de decadencia productiva y restricciones financieras.

A lo largo de su extensa historia de casi un siglo YPF es la columna más importante del sector energético nacional y está atravesando una delicada crisis financiera producto de decisiones de inversión que con el diario del lunes muestran que no generaron los activos necesarios para su repago.

Pongamos números al problema de YPF:

La empresa transita una decadencia productiva de larga data. La producción total de petróleo y gas de 2019 fue de 514 mil barriles equivalentes/día. Es decir, cayó un 16% respecto a 2008 –609 mil barriles/día-.

La recuperación que se observa en 2014, no se debe a nuevos descubrimientos sino a la compra de la petrolera Apache, hoy Y-Sur, que incorporo 67 millones de barriles a las reservas y 14 mil barriles día a la producción.

Sin nuevos descubrimientos, más del 80% del petróleo y más del 50% del gas natural que produce YPF tiene origen en yacimientos convencionales, que son formaciones con muchos años de producción, “maduros” y de alta tasa de declinación (14% anual). Por lo tanto, YPF enfrenta una producción con gran proporción de producción secundaria (1) (40%), y terciaria. Es una estrategia que permite extender la vida útil de los pozos y aumentar el horizonte de reservas.

La madurez de los yacimientos precipitó a la empresa a encarar el desarrollo de yacimientos no convencionales – shale en Vaca Muerta. En 2012 la producción neta de shale representaba el 1% de la producción total de YPF, en 2019 ocupa el 19%.

El desarrollo de Vaca Muerta se financió con emisión de deuda que creció 220% desde 2012 pasando de USD 2.500 millones a USD 8.100 en 2016.

En el mismo periodo la generación de caja de la empresa presentó sucesivos saldos negativos, llegando en 2015 a USD -2.524 millones, esto explica el aumento del endeudamiento y pone de manifiesto una situación insostenible para una empresa con la magnitud de inversiones y pagos de intereses como YPF. Solo para 2016 el pago de intereses superó los USD 1.100 millones.

 

Ante esta situación, YPF decidió estabilizar el nivel de deuda por lo que desde 2017 financia todas sus inversiones con su propio flujo de caja, que con producción y demanda en baja (incluso antes del efecto covid19) dependía casi totalmente de la evolución de los precios domésticos de la energía. Por lo tanto, la situación financiera de YPF ya era desafiante previo al tsunami de la pandemia.

¿Qué efecto tuvo la cuarentena?

La pandemia encuentra a YPF en una inercia compleja de ingresos cayendo y costos crecientes.

Durante la cuarentena la producción nacional cayó 11% en petróleo y 9% en gas, sin embargo, YPF fue la empresa que más ajustó la producción de gas natural con una reducción del 23.3%.  Las ventas de gas oil y nafta de YPF, en los últimos 12 meses son 14% y 30% inferiores respecto de 2019.  Con precios medidos en dólares 7% inferiores a enero 2020. Mientras las ventas de gas cayeron 16% a un precio 30% inferior.  La combinación de caída en volúmenes y precios da como resultado una reducción de los ingresos de la empresa que dependen fuertemente de la venta de combustibles líquidos.

Así las cosas, en los 9 meses del 2020 YPF tuvo pérdidas operativas por USD 1.460 millones que luego de impuestos e intereses alcanzan perdidas de USD 1.637 millones.  Pero es bueno recordar que 2019 había cerrado con una pérdida operativa de USD 435 millones.

La deuda de YPF al 3er trimestre de 2019 asciende a USD 8.207 millones. El 93% está nominada en dólares a una tasa del 7,5%, representa el 108% del patrimonio neto según balances y presenta un perfil de vencimientos exigente a corto plazo –USD 2200 millones para 2021/22– que difícilmente pueda hacer frente con el flujo de operación.

El panorama se completa con restricciones que el Banco Central de la República Argentina ha impuesto al acceso al mercado de cambios para empresas que deben hacer frente a sus vencimientos de deuda. En este contexto la empresa informa que “gran parte de la liquidez se encuentra nominada en pesos en cumplimiento con la Comunicación A 7030 del Banco Central”, lo cual dificulta aún más la coyuntura de YPF.

En julio 2020 YPF refinanció USD 587 millones de deuda a corto plazo y en estos momentos intenta refinanciar la totalidad de sus deudas financieras con una agresiva propuesta inicial que ha sido rechazada por acreedores. La nueva propuesta que implica mayores tasas y la presentación de garantías adicionales y reales al pago de capital e intereses quizás logre un cierre exitoso, pero implicará el incremento de la deuda por encima de los USD 9.000 millones y sobre todo revela las dudas de los acreedores sobre el devenir futuro de la empresa.

En síntesis, la inercia actual de YPF que combina precios a la baja, decadencia productiva, caída de ingresos, pérdidas operativas recurrentes y el peso de una deuda que no logró generar capacidad de repago, pone a YPF camino a la próxima renegociación, pero principalmente ante la necesidad de reformular su plan de negocios y dejar de mirar a Vaca Muerta como su única tabla de salvación.

 

Nota: todos los datos fueron extraídos de información contable y financiera publicada por YPF en su página web.

1. Recuperación secundaria consiste en la inyección de agua o gas en el yacimiento y recuperación terciaria, incluye la inyección de polímeros/químicos. Durante 2019 y por primera vez en la historia la producción secundaria del Golfo del San Jorge superó a la producción primaria.