Hipólito Yrigoyen creó la Dirección Nacional de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en jurisdicción del Ministerio de Agricultura el 3 de junio de 1922, casi sobre el final de su mandato. Una decisión de trascendencia histórica.

El descubrimiento del petróleo argentino en 1907 dio origen a la primera política pública nacional sobre los yacimientos de esta riqueza natural ; el presidente conservador José Figueroa Alcorta decretó la creación de una Reserva Estatal sobre los mismos, utilizando para ello la Ley de Tierras.

Luego, Roque Sáenz Peña, a instancias de su ministro de Marina Juan Pablo Sáenz Valiente, creó en 1912 la Dirección General de Explotación de Petróleo de Comodoro Rivadavia. Al frente de esta repartición el ingeniero Luis Huergo denunció en 1913 maniobras de la empresa Standard Oil que pretendía impedir la explotación estatal.

­La comprensión del riesgo de aquellas maniobras para extranjerizar la extracción y explotación de nuestro petróleo fue advertida y decididamente resuelta por el presidente radical Hipólito Yrigoyen, a quien debe reconocerse además como autor estratégico de una política petrolera con sentido nacional pública, circunstancia que se puso de manifiesto en la decisión de fundar por decreto la Dirección Nacional de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en jurisdicción del Ministerio de Agricultura en el 3 de junio de 1922, casi sobre el final de su mandato.

Es que Yrigoyen fue el primer presidente en comprender en su real significado la trascendencia de la cuestión sobre el manejo petrolero y, especialmente, la importancia de su explotación exclusiva y soberana por parte del Estado Nacional, en cuanto a la captura de las rentas derivadas y su inversión en pos de la elevación del nivel de vida de los sectores desposeídos, el crecimiento industrial con su paralela ruptura del modelo de la dependencia no competitiva vigente hasta entonces y la ocupación efectiva del territorio nacional en base a la explotación integral de los hidrocarburos.­

Sostenía Yrigoyen que «A fin de evitar que se repita lo ocurrido con el suelo fiscal y conservar los beneficios del petróleo para el pueblo de la República, es menester organizar un régimen legal que consulte las exigencias del interés de la Nación, poniendo en manos del Estado el dominio efectivo de los yacimientos petrolíferos y confiriéndole el monopolio de su explotación y comercialización».­ Interesa señalar que los lineamientos de política energética enunciados por Yrigoyen siguen vigentes en la mayoría de los países del mundo; ya que como se sabe, el petróleo es un bien estratégico vinculado a los intereses vitales de las naciones.

La acción de Yrigoyen y de su continuador en la presidencia Marcelo T. de Alvear, que designó al coronel e ingeniero Enrique Mosconi como primer director de YPF, fue determinante para el fabuloso desarrollo que experimentó la repartición que además sirvió de modelo continental para la creación de otras empresas de hidrocarburos en América y que en lo interno significó que el 1º de agosto de 1929 – ya en la segunda presidencia de Yrigoyen, que ratificó a Mosconi en su cargo- se concretara la toma del mercado de los combustibles líquidos. Fue la culminación de un sueño soberano.­

Quedaba pendiente la segunda parte del Plan de Yrigoyen y Mosconi: la nacionalización del petróleo y la expulsión definitiva de los trusts internacionales; no cuesta mucho entender la injerencia de las petroleras privadas extranjeras en el golpe del 6 de septiembre de 1930.­

Diego Barovero es historiador. Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano.