• El domingo 22 de octubre tuvo lugar la primera ronda de las elecciones nacionales. Los resultados determinaron que la presidencia de la Nación será dirimida en un ballottage entre Javier Milei, de La Libertad Avanza, y Sergio Massa, de Unión por la Patria (UxP), el próximo 19 de noviembre. En los mismos comicios se eligieron la mitad de los miembros de la Cámara de Diputados de la Nación –128 diputados– y 24 integrantes de la Cámara de Senadores de la Nación.

    Desde el punto de vista político, la elección tuvo un resultado impactante y multifacético. La participación ciudadana fue muy baja (77,6%), como ya se había manifestado en las PASO del 13 de agosto, lo que pone en evidencia una caída del compromiso civil comparada, por ejemplo, con el 85,6% de participación en la elección que consagró a Raúl Alfonsín en 1983. Una concurrencia tan baja está indicando que al menos uno de cada cuatro argentinos ya no tiene interés en votar, ni posiblemente esperanzas de que con un voto consciente y razonado se pueda mejorar el futuro del país respecto del pésimo presente. Dicho de otra forma, la ciudadanía cree cada vez menos en que el futuro es una construcción colectiva de la democracia.

    Los programas de gobierno son difusos y eluden el compromiso político

    El resultado del domingo 22 demostró que se alteraron en forma sorprendente el orden y las diferencias del resultado de las PASO del 13 de agosto. En aquella oportunidad, las tres fuerzas mayoritarias concentraron el 61% de los votos emitidos y las diferencias entre el espacio que más votos obtuvo (LLA) y el que obtuvo menos votos (UPP) fue de apenas un 2,2%; con Juntos por el Cambio en una posición intermedia entre ambos. En las elecciones del domingo 22 de octubre se agrandó la diferencia de votos entre el primero y el tercero (12,73%), y además se alteran en forma sustantiva las posiciones: el 3° (Massa) pasa a ser primero; el 1° (Milei) pasa a ser segundo, y quien fuera 2a –Patricia Bullrich– quedó afuera del ballottage.

    La extraordinaria y sorpresiva derrota de Patricia Bullrich desestabilizó al endeble espacio Juntos por el Cambio, provocando su implosión en menos de cien horas. El expresidente Macri; la candidata Patricia Bullrich y el candidato a vicepresidente, Luis Petri, se transfugaron con bandera y banda dando apoyo al “candidato antisistema” Javier Milei. Ese hecho políticamente impropio y sorpresivo tuvo un fuerte impacto en la estructura de la UCR, donde la figura de Javier Milei –indigerible para un partido con la tradición republicana y democrática de la Unión Cívica Radical, cuya doctrina es más que centenaria– no puede ser acompañada en el ballottage.

    Las elecciones del domingo 22 de octubre tuvieron otro resultado político significativo, pero en este caso positivo. Se terminó la hegemonía peronista en tres espacios claves de la política argentina. El primero de ellos, la Cámara de Diputados de la Nación, donde a partir de ahora ningún espacio político tendrá la cantidad de votos para reunir la mayoría, lo que asegura la necesidad de acuerdos de por lo menos dos espacios políticos para aprobar las leyes. De la misma forma, en el Senado, si bien el justicialismo conserva la mayor cantidad de bancas (32), ha reducido su bancada de forma que no existe ya la mayoría automática de otros períodos en esa cámara.

    Como resultado de estos cambios en las composiciones de las bancadas, el país se encamina a un mejor funcionamiento republicano, donde será necesario mejorar el nivel de los debates y generar un clima político menos intransigente, menos complaciente con los caprichos del Poder Ejecutivo y más proclive a los acuerdos racionales de los integrantes de las diferentes bancadas.

    La inauguración del gasoducto Néstor Kirchner

    Finalmente debe mencionarse como un logro que la mitad aproximada de las provincias argentinas, después de las elecciones escalonadas del año en curso, tenga aproximadamente la mitad de las gobernaciones provinciales con gobiernos de distinto signo político que el que actualmente gobierna la Nación.

    Desde el punto de vista económico, las elecciones han producido al menos dos novedades de alto impacto potencial. El primero de ellos, muy negativo, es que en caso de triunfar en las elecciones del 19 de noviembre el candidato Javier Milei se estaría transfiriendo el Poder Ejecutivo Nacional a un confeso negacionista del cambio climático, tal cual lo ha manifestado el señor Milei en el segundo debate de candidatos realizado el 15 de octubre en la Facultad de Derecho de la UBA, donde manifestó en forma clara: “Todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas”. Esa afirmación es clara y transparenta su pensamiento retrógrado, que va en contra del consenso científico mayoritario mundial, que postula en forma indubitable que las causas del calentamiento climático son antropogénicas, y por lo tanto será la acción humana la que tendrá que resolver el problema.

    Esa actitud negacionista de Javier Milei está relacionada con el pensamiento del expresidente de los EE.UU. Donald Trump y también con el expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, y es compartida por no pocos empresarios vinculados a las empresas petroleras y carboneras del mundo y de la Argentina; y ello constituye un freno al esfuerzo internacional en pos del objetivo de evitar el incremento de la temperatura media del planeta para beneficio de toda la humanidad.

    La posición explicitada por Javier Milei puede ser muy negativa para la Argentina; y en caso de implementarse en su eventual gobierno nuestro país podría ser objeto de represalias económicas y causal de exclusión del ingreso a mercados mundiales de nuestros productos de exportación, produciendo un fuerte impacto a nuestra economía, que más que nunca necesita incrementar sus exportaciones en los próximos lustros.

    Hidrocarburos: los desafíos frente a la transición energética

    Desde otro ángulo merece ser puesto de relieve otro impacto económico relevante de los resultados de la elección del 22 de octubre. En este caso referido al candidato Sergio Massa, ministro de Economía del actual gobierno. Debe tenerse presente que el actual gobierno tiene continuidad absoluta con los cuatro gobiernos del kirchnerismo de este siglo, en los que se ha producido un desequilibrio económico sin precedentes de nuestro sistema energético, y que ese desequilibrio está basado en la transferencia de subsidios extraordinarios, en los congelamientos permanentes de las tarifas, en el no cumplimiento de los marcos regulatorios y en las permanentes intervenciones de los entes reguladores. Además, el sector energético ha estado en los últimos 15 años en el centro de los escándalos de corrupción que están siendo juzgados en nuestros tribunales. Esto introduce una paradoja: Acaso sea el propio candidato Massa –si es que triunfa en el ballottage– quien tenga que dar solución definitiva a este problema crónico revirtiendo de raíz las políticas implementadas por el espacio político del cual hoy forma parte.

    Cabe sí una duda; analizando desde hoy y en perspectiva futura: ¿resulta creíble pensar que Sergio Tomás Massa podrá y/o querrá resolver este problema energético estructural, encarando un cambio profundo, y cueste lo que cueste?

    *Exsecretario de Energía. Presidente del IAE Mosconi.