Por: Jorge Lapeña (*)

Una supernova es un fenómeno cósmico que se caracteriza por una gran luminosidad de muy corta duración que indica que se está produciendo la muerte de una estrella gigante por la explosión de sus capas externas, en el final de su vida, a causa del agotamiento de su combustible nuclear. ¿Cuál es esa estrella?: YPF; y ¿cuál es el combustible que se agota?: el dinero que debe YPF y que es mayor que su precio de venta.

Ese fenómeno único en la historia argentina ocurre a pocas cuadras de la Casa Rosada, sin que la Política lo advierta. Los políticos, con excepción de los diputados de la UCR de las provincias petroleras que han presentado el viernes pasado un pedido de Informes al Ejecutivo, están ausentes.  

YPF no es cualquier empresa; es desde hace 80 años la empresa más importante de la Argentina; y es además la columna vertebral de nuestro sistema energético. Dicho en forma directa: la Energía en Argentina no existe sin YPF; y sin YPF la Energía argentina es y será un “barco al garete”.

Este último concepto no lo entiende todavía una corriente política y corporativa de pensamiento ultra liberal y tozudo que cree que YPF es “una empresa más”. Tampoco lo entienden quienes creen que el único rol que tiene YPF es ser una “escuela de pymes” que garantice la estabilidad del empleo regional a cualquier costo; y que además estabilice con regalías calculadas en forma caprichosa todos los presupuestos provinciales donde ella opera.

EL PROBLEMA POLÍTICO DENTRO DE YPF

Desde que asumió el Cnel. Mosconi como Director General de YPF en 1922 nombrado por el presidente Marcelo T. de Alvear hasta hoy, ese cargo equivales al de un ministro; un ministro importante. La noticia de estos días es que el presidente del Directorio de YPF Guillermo Nielsen – un experto reconocido en manejo de deuda, pero no en Energía – ha sido desplazado y será nombrado embajador en Arabia Saudita.

Ese relevo “cuasi ministerial” generó revuelo y preguntas: 1) ¿qué “problema de Estado” tendrá que resolver Nielsen en Arabia Saudita para justificar su reemplazo?; 2) ¿por qué Nielsen acepta el cambio? Hubiera sido mejor que renegociara la deuda de YPF desde adentro como él sabe mejor que otros.

El solo hecho de que Guillermo Nielsen – un funcionario nombrado por el presidente Fernández- sea reemplazado por diputado Pablo González ex vicegobernador de Santa Cruz sin antecedentes energéticos relevantes en el contexto de una crisis económico-financiera sin precedentes, indica que el propio Presidente de la Nación está siendo relevado de su función ejecutiva de gobierno; lo que constituye una anomalía republicana grave en un país donde el Poder Ejecutivo es uninominal.

Por otro lado, el hecho de que sea reemplazado por Pablo González suena contradictorio en una empresa que ahora no puede pagar su deuda y que está próxima al default.  Lo extravagante de la decisión no es que González no tenga antecedentes, lo inexplicable es que en momentos en que YPF necesita un estratega  como Mosconi para cambiar el rumbo en 180°, se tome esta decisión.

LA POLÍTICA NO LOGRA ENTENDER LAS CAUSAS DE LA DECADENCIA DE YPF  

YPF cumple en el año que se inicia 99 años desde que fuera creada por decreto del presidente Yrigoyen.

Lo que ocurre hoy con YPF es que desde la política en el último cuarto de siglo se ha trastocado definitivamente su rol histórico que fue exitoso. Hay que tener muy en claro que YPF ya no es más la YPF de Yrigoyen   de Mosconi, de Alvear; de Perón, de Frondizi, de Illia o de Alfonsín.

Ese pasado en que YPF cumplía un rol central basado en la exploración de nuestras cuencas descubriendo los yacimientos que nos hicieron autosuficientes; además de ser la empresa testigo en un país en donde existe un “oligopolio natural” ha sido modificado, para mal, por los diferentes gobiernos del justicialismo que suceden desde los 90 hasta el presente, con la sola excepción del presidente Duhalde.  

Vale recordar los episodios de la pervertida secuencia: 1) venta y desnacionalización de YPF en 1993; 2) venta total a Repsol en 1998; 3) venta política obligada al grupo Esquenazi del 25%; 4) cuasi-vaciamiento de la empresa por la aceleración de la distribución de dividendos para que Esquenazi le pague a Repsol; 5) Compra del 51% de las acciones de Repsol en 2012.

De toda esta saga irracional quedó una resaca atroz que aún persiste: YPF dejó de explorar aquí y en el mundo; es decir dejó de ser una petrolera en sentido lato. Argentina perdió el autoabastecimiento que era nuestro orgullo nacional. Los inventarios de reservas comprobadas de gas y de petróleo se desplomaron y esa fue nuestra ruina.

Mientras ello ocurría Petrobras por ejemplo levantaba vuelo gracias a una inteligente política petrolera de Fernando Enrique Cardoso, Lula y Dilma enfocadas en una exitosa exploración en el Pre-Sal y otras cuencas que transformaron a Brasil en una potencia petrolera.

VACA MUERTA. EL PROYECTO IRRACIONAL

Después de la compra del 51 % de las acciones en 2012, YPF fue puesta porel gobierno de Cristina Kirchner sobre un proyecto cuya promoción inicial se la debemos precisamente a Antonio Brufau, presidente de Repsol desde 2010: VACA MUERTA.

Un proyecto inmaduro y de alto costo de inversión y explotación que desde 2012 trasformó a YPF en alto demandante de dólares que solo pudieron provenir del fuerte endeudamiento externo de YPF, y que hoy la estrangula precipitándola en la “virtual bancarrota”.

Ya en 2018, según manifestara el ex presidente de YPF Miguel Gutiérrez en un seminario de la Universidad UCES, la compañía invertía en Vaca Muerta solo el excedente de su propia caja, dejando por lo tanto de ser una empresa propiamente capitalista cuya razón de ser es la utilización del efecto palanca del crédito sobre los fondos propios. Vaca Muerta comienza a ser también la causa de la elevación de costos internos.

En resumen, el sobreendeudamiento de YPF y su evolución errática es una especie de tragedia nacional, que además provoca un festival de subsidios del Tesoro que desbalancean toda la Economía. Algún día habrá que encarar un giro copernicano en YPF; ¡y ese día es hoy!

Ahora; el gobierno tiene el deber de informar – a la opinión pública y al Parlamento – la crítica situación actual de la empresa YPF; y explicitar su plan de contingencia para resolver la crisis en el corto y mediano plazo. 

(*) El autor es el presidente del Instituto de Energía General Mosconi. Fue secretario de Energía de la Nación entre 1986 y 1988 en el gobierno de Raúl Alfonsín.